Tierra de Pasión (1932) VOSE

Red Dust (Tierra de Pasión, 1932) inicialmente con su trama, te deja bien claro como John Ford dos décadas después reemprende la historia dirigiendo Mogambo en 1953, en está ocasión repetiría en el papel protagonista Clark Gable. La situación geográfica, el elenco y algún cambio en la trama es lo único que varía entre una y otra, por lo demás son dos películas sacadas de un mismo vientre.No recuerdo ninguna película Pre-code que me haya dejado indiferente, y Tierra de Pasión de Victor Fleming (Lo que el viento, El mago de Oz) de 1932 no va a ser la excepción que confirme la regla.

Protagonizada por Jean Harlow y Clark Gable, Dennis Carson (Gable) es el prototipo de hombre rudo, desaliñado, machista y bien parececido que cualquier mujer desearia ser estrechada entre sus brazos. Capataz y responsable de una plantación de caucho, ubicada entre Indochina y de camino río arriba de Saigón, Vantine (Jean Harlow), es una prostituta que huye de las autoridaes río arriba, que llega espontáneamente en el barco de suministro semanal, Vantine es sexy, furtiva pero encantadoramente sencilla. Las cosas entre los dos parece que transcurren con normalidad, hasta la llegada de el matrimonio formado por Barbara (Mary Astor) y el arquitecto Gary (Gene Raymond), dos pimpollos claramente de la gran urbe de exquisitos modales.

En un ambiente de jungla selvatica rodeado de arboles del caucho se desata un triángulo amoroso, que enfrentará la hipermasculinidad de Dennis, frente a la sexualidad frontal y vivaz de la hermosa Vantine y la distinción y falsa mojigatería de Barbara. Dennis, a pesar de que Vantine es un espíritu libre en todos los sentidos de la palabra, deseosa de mostrarle toda su mercancia sucumbe ante la belleza de una hermosa mujer de clase superior, Dennis se enamora de ella y se dispone a seducirla sin ningún pudor lejos de su marido.

Sin género de dudas, Red Dust 1932 es de esos melodramas Pre-code calenturientos de constante humor sutil, que deja bien claro los parametros por dónde iba encaminado el cine norteaméricano. Más tarde con la llegada de el Código Hays comandado por una «Troyka de moralistas», se cargarón de un plumazo un cine fresco y vivaz que se atrevió desnudar un modo de vida, dando relevancia a la demanda de una gran parte de la sociedad norteaméricana de aquella época,